La noticia seria sobre la crianza de los hijos es, que realmente no tenemos control final sobre si ellos elegirán la puerta estrecha que conduce a la vida (Mateo 7:14) o la puerta ancha que conduce a la destrucción. Si otras experiencias en la vida no nos han hecho sentir humildes, y nos han mostrado cuán dependientes somos de Dios, entonces, criar a un preadolescente o adolescente, sí lo hará.

La buena noticia es entender nuestra necesidad urgente de depender de Dios. Una vez que abandonemos la ingenua idea de que nosotros, los padres, podemos dictar las decisiones que tomarán nuestros hijos y la puerta espiritual por la que caminarán, ya sea estrecha o ancha, entonces estaremos listos para ponernos las rodilleras y tomar en serio la oración.

¿Qué aprendimos acerca de la oración por nuestros hijos cuando se preparaban y luego entraron en la adolescencia?

Ora con regularidad. Lleva a Dios toda preocupación, sueño y deseo sobre tu hijo en oración ferviente y persistente. (Lucas 18: 1–8 presenta una gran parábola sobre la oración persistente que debió haber sido para los padres de adolescentes).

Dos de los mejores momentos para orar con tu hijo son camino a la escuela (suponiendo que tú lo vas a dejar en carro) y a la hora de acostarse, sin importar la edad. Vivíamos a unas cinco millas de la escuela a la que asistían nuestros hijos cuando estaban creciendo. Cada mañana orábamos por las cosas más importantes para ellos: exámenes, amigos, maestros y actividades. Cuando el automóvil llegaba a la cima de la colina, justo antes del edificio de la escuela, siempre concluíamos con la misma petición: “Y, Señor, te pedimos que libres a cada uno de nuestros hijos del mal, de daños y de tentación este día; que te experimenten a Ti obrando en sus vidas y que sean utilizados por Ti para influenciar en otros para Tu reino. Amén”. Una vez que nuestros adolescentes comenzaron a conducir para ir a la escuela, usábamos el desayuno para este tiempo de oración.

Las oraciones a la hora de acostarse pueden ser más personales para cada hijo. Ora por su futuro cónyuge relaciones, actividades, desafíos, tentaciones y un corazón para Dios. No asumas que un adolescente es demasiado grande para que te arrodilles junto a su cama, le acaricies la cara y ores con él.

Ora a la ofensiva. Antes de que tu hijo llegue a la adolescencia, ora por su grupo de compañeros, para que tenga al menos un compañero cristiano fuerte durante la adolescencia. Pídele a Dios que proteja a tu hijo diariamente de otras personas que podrían ser una influencia maligna. También considera pedirle a Dios que te ayude a encontrar a tu hijo haciendo cosas buenas para que puedas animarlo a tomar las decisiones correctas.

Ora a la defensiva. En más de una ocasión, buscamos la ayuda del Señor para alejara a un amigo de carácter cuestionable de la vida de nuestro hijo.

De vez en cuando sentíamos que uno de nuestros adolescentes nos podía estar engañando, sin que pudiéramos estar absolutamente seguros al respecto. En esas situaciones le pedîamos a Dios que nos ayudara a atraparlo si él o ella estaba haciendo algo malo. ¡Dios parece sentir lástima o misericordia, o compasión por los padres que hacen esta oración!

Ora intensamente. Una de las disciplinas espirituales más incomprendidas de la vida cristiana es la oración acompañada de ayuno (la abstinencia de alimentos por un período de tiempo determinado.). Aunque con el ayuno no ganamos puntos con Dios, Él asume en las Escrituras que ayunaremos y oraremos (véase Mateo 6: 16–18) y promete recompensarnos si lo hacemos correctamente. Conocemos a una pareja que aparta cada lunes para ayunar desde el amanecer hasta la puesta del sol y ora por su hijo de 14 años quien pasa por dificultades.

Ora cada vez que Dios traiga a tu hijo a tu mente. Puede ser que en ese mismo momento, tu hijo esté enfrentando una circunstancia de importancia crítica. Algunos amigos nuestros sintieron una noche una fuerte y repentina necesidad de orar por su hija. En el preciso momento en que se bajaron de la cama y se pusieron de rodillas, un coche de la policía merodeaba alrededor del coche de su hija, en una remota carretera de una montaña donde ella y una amiga habían ido a mirar las luces de la ciudad, comer algo y hablar. Sin ellas saberlo, un prisionero que se había escapado, se escondía debajo de su auto. El prisionero fue detenido y las chicas salieron ilesas.

Ora con tu hijo. Es fácil que la oración se convierta en un diálogo exclusivo entre: tú y Dios. ¿Por qué no hacer lo que una madre, Nina, hizo con su hija adolescente, Natalie, y convertirse en compañeras de oración? Los años de la adolescencia de Natalie estuvieron llenos de momentos especiales en los que ella y su madre se arrodillaban y oraban por las dificultades y desafíos de Natalie.

Oren juntos como pareja. Durante más de 40 años de matrimonio hemos terminado cada día en oración, como pareja. Ninguna disciplina espiritual ha protegido nuestro matrimonio y nuestra familia más que este tiempo diario de comunión, con Dios.

Todos nuestros seis hijos ya han llegado a la edad adulta. Ahora que la adolescencia está atrás de nosotros, tú podrías pensar que hemos llegado a la meta. ¡Apenas es así! Continuamos orando más que nunca por nuestros hijos, incluso después de los turbulentos años de la adolescencia, y así lo hacemos todavía.

Dios quiere lo mismo para ti y para tu hijo. Háblale a Él. Santiago 5:16 nos dice: “La oración efectiva de un hombre justo puede lograr mucho”.


©2019 Español Adaptado de Parenting Today’s Adolescent: Helping Your Child Avoid the Traps of the Preteen and Teen Years [Cómo cuidar al adolescente de hoy: ayudar a su hijo a evitar las trampas de los preadolescentes y adolescentes]. Derechos de autor 1998 de Dennis y Barbara Rainey. Utilizado con permiso de Thomas Nelson, Inc., Nashville, Tennessee. Todos los derechos reservados.

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