“Mis niños me están volviendo loca”, me dijo una joven madre de niños pequeños. “Mis métodos disciplinarios no parecen funcionar. Mis niños son tan obstinados. Estoy frustrada. Ellos están frustrados. Algunos días, ¡ni siquiera me gustan mis niños!”
Estas son emociones honestas de una madre muy normal. Todos nos hemos sentido de esta manera en muchos momentos; particularmente en los años de párvulo. Luego de haber criado cinco niños de carácter fuerte hasta su adultez, y viéndolos ahora cómo crían a sus propios hijos, he aprendido unas pocas cosas que espero que te animen.
- Los esposos necesitan estar de acuerdo en su filosofía de disciplina, de otro modo van a confundir al niño y el niño aprenderá (especialmente más tarde) cómo poner a un padre en contra del otro.
- La disciplina debe ser inmediata (especialmente con los más chicos), tiene que doler (debe doler o no significará nada) y debe terminar rápidamente (dale un abrazo a tu niño después de que haya terminado el castigo y dile que lo/la amas).
- Debe ser consistente. Esto puede ser lo más difícil, pero la lección más profunda que estás comunicando a tu hijo es que eres confiable. Él puede contar contigo. Lo que dices lo dices en serio. Esto les da seguridad. Tiene que saber que tú estás en control y no él.
- No negocies en exceso con niños pequeños. Explica claramente las acciones y las consecuencias. No vaciles. No amenaces ni digas lo mismo una y otra vez. No necesitan una clarificación; necesitan acción. De otro modo te van a manipular: “Puedo salir de esto; él/ella realmente no me va a castigar”. Lo que quiere decir: “Yo soy el jefe, mis padres no mandan aquí”. Esto crea inseguridad en los niños.
- Usa la palabra “obedecer”. Le ayudará a tu niño a saber que hablas en serio. Puedes decir, “Si no obedeces ahora, tendré que disciplinarte”. Y luego si no hace lo que le estás pidiendo, procede inmediatamente con el castigo. Recuerda, tu hijo está aprendiendo que eres consistente. Con los niños pequeños, puedes tratar de desviar su atención para evitar el conflicto al máximo, pero llegará un momento en que la distracción no funcionará y el niño tendrá que obedecer de inmediato solo porque tú lo dices. (No hay tiempo para el desvío cuando tu niño sale corriendo a la calle. Tiene que haber aprendido a obedecer inmediatamente, para que cuando le digas “detente”, se detenga.)
- Determina las consecuencias específicas de la desobediencia. Explícale al niño el plan establecido lo mejor que puedas. Aplícalo. Cada vez que instituyas un nuevo plan, piensa que tendrás que aplicarlo por lo menos tres veces antes de que tu hijo crea lo que dices y se dé cuenta de que el castigo realmente vendrá. Asegúrate de que todos los que lo cuidan a los niños estén en a bordo con el plan.
- Toma acciones cuando tú niño se porta mal en público. Los niños son astutos. Aprenden que pueden salirse con las suyas cuando están en lugares públicos, en el supermercado, etc. Si desobedecen, llévalos de inmediato a un lugar privado y disciplínalos . El principio que estás enseñando es “el comportamiento correcto es el mismo no importa donde esté o con quién esté”.
- Distingue entre lloriqueos y desobediencia intencional. Mientras que la desobediencia requiere consecuencias inmediatas, los niños que lloran generalmente están agotados y necesitan ir a su habitación a jugar a solas. Por lo general, se quedan dormidos o simplemente necesitan un poco de soledad. No es un castigo; es tiempo a solas. Como mamás, ¡nos encantaría que nos enviaran a nuestras habitaciones!
- Ten en mente el objetivo de la disciplina. Queremos enseñarle a nuestros niños a obedecernos; somos sus padres terrenales cuyas voces ellos oyen decir: “te amo”, y cuyos brazos ellos sienten que los abrazan. Enséñales a obedecer porque a medida que crecen, serán destetados de nosotros, sus padres terrenales a quienes pueden escuchar y sentir, y deberán obedecer a un Padre celestial cuya voz tal vez no escuchen de manera audible y cuyos brazos sentirán principalmente a través del cuerpo de Cristo. Pero recuerda que este Padre los ama incluso más que nosotros. ¿Cómo podemos esperar que deseen obedecerlo a Él, si no les hemos enseñado a obedecernos?
- Mantén una perspectiva de largo plazo. Esperamos que nuestros hijos “lo entiendan” después de unos días, semanas o meses, pero a veces esto toma años. Sí, años. ¡Por eso el entrenamiento es agotador! Pero también es por eso que Dios nos da más tiempo. Recuerda que estás construyendo para el futuro y Dios es paciente.
Los sentimientos de fracaso y frustración son normales. Ninguna mamá siente experta en la disciplina. Tan pronto como se sienta experta, un niño le dará la vuelta a sus planes.
© 2011 por Susan Alexander Yates. Todos los derechos reservados.