Nuestros principios fundamentales
Principio #1:
Una relación creciente con Jesucristo es esencial para un matrimonio y una familia saludable.
Explicación: La alienación de Dios, resultado de la Caída, afecta cada área de la vida humana – incluyendo el matrimonio (Gén. 3; Rom. 5:1-12). Mediante la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, Dios ofrece a los seres humanos el perdón, la restauración y la vida eterna. Las relaciones matrimoniales y familiares sólo pueden funcionar según la intención de Dios cuando los esposos y las esposas están reconciliados con Dios mediante la fe en Cristo, creciendo diariamente en una relación vital con Dios y están profundamente conectados con otros creyentes.
Aplicación: Exhortamos a hombres y mujeres a volverse a Jesucristo en arrepentimiento y fe para el perdón del pecado, caminar diariamente en el poder del Espíritu Santo y a vivir para la gloria de Dios. También los llamamos a involucrarse en una iglesia local y comunidades donde puedan experimentar gracia y verdad en una relación auténtica con otros seguidores de Cristo.
Principio #2:
El matrimonio es la unión de un hombre con una mujer en un pacto sagrado instituido por Dios.
Explicación: El matrimonio fue creado por Dios (Gén. 2:18-25). El diseño de Dios para el matrimonio implica un pacto de por vida entre un hombre y una mujer (Mat. 19:4-6; Mar. 10:6-8). El matrimonio es un don y un misterio único de Dios que revela la unión entre Cristo y Su Iglesia (Ef. 5:22-33), proporciona compañerismo íntimo para el hombre y la mujer (Gén. 2:18), expresa el don de la intimidad sexual (Gén. 2:24-25), y provee los medios para la procreación de la raza humana (Gén. 1:28). Dios diseñó el don de la sexualidad para ser expresado exclusivamente en el contexto de un pacto de matrimonio de por vida.
Aplicación: Llamamos a los esposos y esposas a recibir mutuamente como provisión de Dios, a cumplir los propósitos de Dios para su matrimonio, a respetar y proteger la naturaleza sagrada del pacto matrimonial, y a ser fieles el uno al otro durante toda su vida. Les instamos a amarse, honrarse, servirse y cuidarse mutuamente y a buscar la unidad a lo largo de sus vidas. Deben extender gracia el uno al otro y buscar y conceder rápidamente el perdón.
Principio #3:
Los esposos y las esposas tienen llamados únicos.
Explicación: Dios creó a los seres humanos como hombres y mujeres. Ambos géneros reflejan la imagen de Dios (Gén. 1:26-27). Los esposos y las esposas son iguales en dignidad y valor (1 Ped. 3:7), sin embargo, no son intercambiables. La Escritura aborda a los esposos y esposas con llamados distintos (por ejemplo, Ef. 5:22-33; Col. 3:18-19; 1 Pedro 3:1-3; Tito 2:5). Creemos que en el matrimonio, los esposos y esposas deben vivir vidas llenas del Espíritu, rendidas y sometidas a Jesús (Ef. 5:18-23). En ese contexto, el esposo debe amar, liderar, respetar y servir a su esposa, sacrificando su vida y considerando las necesidades de su esposa como más importantes que las suyas propias (Ef. 5:25-33a). De igual manera, la esposa debe amar, servir, respetar y someterse al liderazgo piadoso de su esposo (Ef. 5:22-24, 33b). Juntos, su relación debe reflejar la relación que Jesús tiene con Su esposa, la Iglesia (Ef. 5:32).
Aplicación: Llamamos a hombres y mujeres a abrazar con alegría el llamado específico de Dios para ellos como esposos y esposas, y a sacrificadamente amar el uno al otro y servirse mutuamente.
Principio #4:
Dios llama a los padres a transmitir un legado espiritual a sus hijos y nietos.
Explicación: Los padres son los embajadores de Dios ante la próxima generación, procurando en toda edad y circunstancia comunicar el evangelio y el poder del Espíritu Santo a sus hijos mediante la enseñanza de las Escrituras, sus palabras y sus acciones (Deut. 11:19; Prov. 1:8; Ef. 6:4; Col. 3:21) e impartiendo a sus hijos una visión para la Gran Comisión (Mat. 28:19-20). Los padres demuestran el amor de Dios enseñando consistentemente a sus hijos a distinguir lo correcto de lo incorrecto; respondiendo apropiadamente a la desobediencia; y practicando y enseñando el perdón bíblico, la reconciliación y la restauración de las relaciones.
Aplicación: Llamamos a los padres a abrazar el diseño de Dios para la familia y a esmerarse en el alto llamado y bendición de concebir (o adoptar) y criar a los hijos que Dios les dé (Gén. 1:28; Sal. 127:3-5). Les instamos a modelar y comunicar el evangelio de la gracia a sus hijos y a criarlos en la fortaleza y sabiduría del Señor. Llamamos a todos los hombres y mujeres (ya sean solteros o casados) para que procuren transmitir un legado de vitalidad espiritual a la próxima generación.